Las competencias digitales son un conjunto de conocimientos, capacidades, destrezas y habilidades, en conjunción con valores y actitudes, para la utilización estratégica de la información, y para alcanzar objetivos de conocimiento tácito y explícito, en contextos y con herramientas propias de las tecnologías digitales.
Estas competencias se evidencian en el dominio estratégico en cinco grandes capacidades asociadas respectivamente a las diferentes dimensiones de la competencia digital: Acceso ; Adopción ; Adaptación ; Apropiación ; Innovación.
La sociedad del siglo XXI se conoce como la "Sociedad del Conocimiento", y la transformación que ha sufrido en los últimos dos siglos desde la aparición de la llamada sociedad industrial, ha venido dada por múltiples factores entre los que puede destacarse la globalización, el impacto en la vida cotidiana de las tecnologías de la información y la comunicación, y una mejor administración del conocimiento y de la información.
Un nuevo escenario sin duda se perfila con nuevos entornos de trabajo y de aprendizaje. El aprendizaje permanente se conforma como algo imprescindible para que la ciudadanía se aleje de la exclusión social, encaminándose hacia una participación activa en la sociedad en las mejores condiciones posibles. El aprendizaje a lo largo de la vida está ya presente en cualquier profesión o actividad, y uno de los aspectos que ha permitido revolucionar el concepto de aprendizaje es internet, y las posibilidades que proporciona para la formación individual y colectiva.
En los últimos años la concepción de Internet se ha revolucionado y perfeccionado gracias a lo que se conoce como la web 2.0 Las personas que la utilizan ya no son meros espectadores o consumidores de la información que nos acerca la red, sino que, de manera sencilla, también se pueden convertir en protagonistas de este proceso, dando un paso más para ser sujetos activos, creando conocimiento, publicando opiniones, escritos y cualquier tipo de archivo multimedia, y compartiendo inquietudes, búsquedas, y proyectos con sus pares.
Surge así la necesidad de una mejor alfabetización digital, para que de esta forma las personas alcancen las habilidades y competencias digitales, que les permitan ser consideradas como sujetos en verdad alfabetizados digitalmente; esta alfabetización brinda la posibilidad de que las personas accedan a otras fuentes de información en un espacio libre y actualizado, que le brinde más herramientas para enfrentarse a los retos propios de la sociedad del conocimiento.
La alfabetización tradicional se puede definir como la actividad educativa que se dirige a enseñar a leer y escribir a una persona. Y además, para que esa habilidad sirva a las personas, también deberán ser capaces de utilizar conocimientos y habilidades para manejarse airosamente en distintas situaciones sociales; no basta solamente con una alfabetización iniciática, sino que se requiere una alfabetización activa y operativa durante toda la vida.
La sociedad en la que vivimos mucho se ha complicado y complejizado, y las competencias y habilidades que se han de poner en funcionamiento para poder desarrollarse dentro de ella, también se han complicado, o por lo menos han aumentado y se han sofisticado.
No basta con estar bien informados, ser capaces de leer, almacenar información en algún dispositivo digital, y con posterioridad poder recuperarla o poder traspasarla oralmente, por escrito, o por un canal digital. La cantidad de datos a la que es posible acceder es inmensa y llegan desde múltiples medios, por lo que actualmente se trata de ser capaces de alcanzar los niveles de competencia necesarios para ser lo más competentes posibles en cada tarea que tengamos que llevar a cabo.
Así lo afirman diversos estudiosos, tales como J. Barroso y C. Llorente: “…a la necesidad de alfabetización tradicional basada en la escritura y la lectura (con todo lo que significa en términos de acceso a la cultura), se suma la necesidad de desenvolverse y ser capaz de desarrollar actividades que implican el uso de tecnologías de la información y la comunicación, además de nuevos lenguajes, especialmente informáticos”.
Una definición de competencias clave para adaptarse de un modo flexible a un mundo en constante cambio, ya ha sido publicada por el Parlamento Europeo y el Consejo de la Unión Europea en diciembre de 2006. Allí se definen las competencias como una combinación de conocimientos, capacidades, y actitudes adecuadas al contexto, y las competencias clave son aquellas que todo el mundo precisa para su realización y desarrollo personales, así como para el ejercicio de la ciudadanía activa, la inclusión social, y el acceso al empleo.
La competencia digital es una de esas competencias clave que recoge el citado documento. El sujeto, por lo tanto, debe ser capaz de usar los ordenadores para obtener, evaluar, almacenar, producir, presentar, e intercambiar información, así como comunicarse y participar en redes de colaboración a través de Internet. Se trata pues, de que las personas estén alfabetizadas digitalmente de la mejor manera posible.
Según Julio Cabero Almenara, todo esto requiere :
- Que se domine el manejo práctico del ordenador (hardware) y de los programas más comunes, como por ejemplo algún procesador de textos (software) y algún sistema de correo electrónico.
- Que se posea un conjunto de conocimientos y habilidades específicos que permita buscar, seleccionar, analizar, comprender y gestionar, la enorme cantidad de información a la que se accede a través de las nuevas tecnologías.
- Que se desarrollen valores y actitudes hacia la tecnología que no sean contrarios a la misma (tecnófobos), ni tampoco acríticos y sumisos.
- Que se utilicen las tecnologías en la vida cotidiana como posibilidades de expresión y comunicación con otras personas, además de como recursos de ocio y consumo.
Los estudiantes de hoy crecen en una sociedad que es muy diferente de la de sus padres y abuelos. Para tener éxito en la actual "sociedad de la creatividad y la innovación", se debe aprender a pensar de manera creativa, planear sistemáticamente, analizar críticamente, trabajar colaborativamente, comunicarse claramente, diseñar iterativamente, y aprender continuamente. Desafortunadamente, la mayoría de los usos de las 'Tecnologías de la Información y la Comunicación' (TIC) en educación formal y no formal, no apoyan el desarrollo de las habilidades de aprendizaje para el siglo XXI, pues en muchos casos, las nuevas tecnologías (TIC) simplemente están reforzando las viejas formas de enseñar y aprender.
Existe una nueva generación de tecnologías diseñadas para ayudar a que los estudiantes se preparen para esta nueva organización social. Pero esto es solamente el inicio. Necesitaremos repensar continuamente nuestras aproximaciones a la educación, y volver a pensar los usos educativos que les damos a las TIC en la educación. Al igual que los estudiantes, los profesores y los directivos de la educación necesitan comprometerse en la espiral de pensamiento creativo, para prepararse para la nueva "Sociedad de la creatividad y la innovación", y los maestros y evaluadores y diseñadores deben hacer lo mismo. Debemos imaginar y generar nuevas estrategias y tecnologías educativas, compartirlas con los otros, y de forma iterativa y continuada redefinirlas y expandirlas.
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